24 de febrero de 2010

Sueño XXIV: Tormento chino

Loto y Mikiki viajan al gigante rojo. A un lugar de la costa china azotado por gravísimas tormentas. Se hospedan en un pequeño hotel a escasos diez metros del mar, un edificio de dos plantas, de madera podrida y pintura blanca desconchada por el continuo azote de las olas. No hay habitaciones sino nichos. Loto tiene miedo. No quiere dormir por si la furia del agua se lleva a su retoño que está encajonado en el nicho superior al suyo. Pero, entre las nubes grises, vuelve a asomar el sol. Loto va a visitar las mastodónticas instalaciones olímpicas que se encuentran en una especie de isla en medio del mar. Tres chavales rubios, posiblemente norteamericanos, juegan al basket en una cancha estilo Bronx. Ya no está Mikiki. Aparecen el buzo y una guapa rubia, posiblemente una hermana desconocida de Loto. Los tres se apuntan a tirar canastas. Loto juega contra el buzo, pero es incapaz de encestar ni una. Loto besa en los labios a la rubia. Escándalo chino. Loto tiene un ataque de risa pero el buzo piensa que llora. Ella no le saca de su error. Una carcajada le devuelve a la vigilia.

22 de febrero de 2010

Un Auster diferente

Nueva York, años 60. Un estudiante de la Universidad de Columbia se cruza con una extraña pareja de origen francés que revoluciona la vida del joven, arranca de cuajo lo que parecía un brillante futuro literario y, paradójicamente, le regala la novela de su vida que es, a la vez, la novela del propio Auster. A pesar de las pocas buenas críticas, ha vuelto a ser un placer pasar de la vigilia al sueño con el prolífico Príncipe de Asturias. Cierto es que Loto ha echado de menos la profundidad en el conocimiento y la descripción de la condición de ser humano, regalo habitual del neoyorquino… una carencia que sin embargo Auster ha sustituido por una genial narración dividida en el “yo”, el “tu” y el “él”. 3 estilos, 3 personas para contar 3 etapas de una vida de sexo, tormento, literatura y amor.

18 de febrero de 2010

"...hasta dentro de otros 30 años"



Volvieron un ratito y se volvieron a marchar y sólo unos pocos privilegiados pudieron revivir aquellos años de rebeldía, greña y litrona de finales de los 70.  Volvieron,  tocaron 5 temas y se despidieron otra vez: "hasta dentro de 30 años". Qué lástima... o no... porque hay cosas, tan mágicas, que es mejor guardarlas en el recuerdo!

12 de febrero de 2010

Sueño XXIII: Cara de culo

Era de día la pasada noche pero, ni con la luz del sol, Loto era capaz de advertir el cambio. Lo tenía delante de las narices pero no podía, o no quería, ver que las cosas no eran como antes. Hasta que él la animó: “¿es que no te das cuenta?” Entonces Loto lo vio y lo comprendió: su cara era como el culo de un bebé y, esta vez, no había sido un error.

5 de febrero de 2010

Sueño XXII: Un miura en el cuarto de baño

Termina la jornada laboral. Loto y sus compañeros tienen que ir al hospital a ver a la fotógrafa. Está ingresada por una operación de estética. No saben si llevarle unas flores o unos bombones. Finalmente se deciden por un toro… les parece más divertido. Loto coge al miura por los cuernos y lo sube a la habitación de la clínica. Lo encierran en el cuarto de baño y, encaramados a la cisterna y otros altos del pequeño coso, disfrutan del animal.
Menuda siesta!

2 de febrero de 2010

Una cuestión

¿Alguién cree que el micrófono que captó la elegancia verbal de Esperanza Aguirre estaba abierto porque sí, accidentalmente, por casualidad?

Sueño XXI: asesina del asesino de la televisión

Una casa blanca en un monte oscuro; un lugar perdido, desconocido. Loto está acompañada por otras dos personas en un viaje onírico cargado de acción; son algo así como unos Ángeles de Charlie a lo pueblerino y de sexo indefinido. Aparece en escena el ganador de Gran Hermano. Enemigo público, el bondadoso personaje muestra su lado más oscuro. Va armado. Persigue a Loto y a sus compañeros. La adormidera del agua, protagonista indiscutible del trío parapolicial, deja de correr, se para, da media vuelta y, en un arranque de valor y buen hacer marcial, consigue desarmar al desalmado con tres patadas de Kun-fu. Toma su pistola y le pide que se detenga, pero él sigue avanzando hacia Loto, mostrando sus dientes entre lágrimas de rabia e impotencia. Apuntándole al corazón, ella vuelve a pedirle que pare, pero él no puede, ya tiene el corazón roto y no tiene nada que perder. Loto dispara una vez y equivoca el tiro; vuelve a disparar y apenas le roza el brazo. Sabe que sólo tiene tres balas, diminutas. El tercer disparo impacta en el pecho del Gran Hermano que, sin embargo, sigue avanzando hacia Loto. Loto vuelve al mundo real sin saber si ha asesinado o no al destrozado, descorazonado, dolido asesino de la televisión. Pobre!