27 de abril de 2011

Saber callar

Hay veces que es mejor callar porque lo que se tiene que decir es tan feo que es mejor no decir nada.
Hay veces que, simplemente, no se tiene nada que decir y entonces… se calla.
Hay quien no puede -o no sabe- guardar silencio. Es entonces cuando aparecen carencias, ignorancias, oquedades, insuficiencias, rudezas… absurdos:

     José María Aznar habla sobre Gadafi: "es el amigo extravagante de Occidente”
     Federico Trillo habla sobre Rubalcaba y Troitiño: "tenía todas la razones para haber procedido a la detención preventiva del etarra”
     Mayor Oreja dice de Bildu: "estamos viviendo el aterrizaje de ETA en las instituciones”
     M. Dolores de Cospedal, sobre la impugnación de las candidaturas de Bildu: “gracias al PP se ha conseguido”
     María Dolores de Cospedal, periodista: "creo que en ámbito de la información no se ve la imparcialidad que debía tener TVE”
     Esperanza Aguirre habla de Gürtel: “cuando un juez sospecha, existen responsabilidades políticas que hay que sustanciar y así lo hemos hecho en el PP de Madrid y esta lista es otra prueba de ello".
     Esperanza Aguirre vuelve a hablar: “en mis listas hay gente que está imputada pero por tonterías, no por acusaciones"

Habría mucho que decir pero todo es tan feo y tan rudo que… mejor no decir nada.

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20 de abril de 2011

La Pasión según Sahar

Cuando nació en el seno de una humilde familia bereber, 33 años atrás, Gadafi ya gobernaba a golpe de impulso y capricho. Khaled no había conocido otra cosa mejor, ni peor. Sobrevivía con la voluntad de los osados viajeros que se acercaban hasta el milenario y fascinante castillo-granero de Nalut, su ciudad natal. Disfrutaba haciéndoles de guía con el inglés aprendido en la escuela de la parabólica e inventando para ellos historias sobre las cuevas en las que se escondió de niño… los agujeros de 800 años en los que robó un primer beso a los labios de la adolescente Sahar y en los que conoció, un domingo, el amor envuelto en sus ojos verdes, su sudor y el dolor de la primera vez.

Pero todo estaba roto ya. Se partió una madrugada de marzo cuando sus ganas de cambio, de futuro, de libertad, fueron reprimidas a fuego. A ella la habían arrastrado fuera del infierno, a tirones y entre sollozos, el mismo día en que el polvo de las calles de Nalut se tiñó de rojo. No hubo tiempo de decir adiós.

Pasó cuarenta días encerrado en su casa de hormigón; cuarenta días enclaustrado por miedo a que la calle le devolviera la imagen del espanto y la culpa; cuarenta días asfixiado por la incertidumbre, sin noticias de Sahar; una cuaresma penitente por el pecado de haberla perdido... de la que despertó cuando un bombardeo mercenario se llevó a otros cien.

Khaled abandonó su cárcel. Sin más equipaje que el pasaporte puso rumbo a las montañas de Nafusa. Escondido en la noche, dos lunas y cuarenta kilómetros de roca y arena después, la Pascua le encontró en su particular Jerusalén: el paso fronterizo de Dehiba. Miles de huidos, desheredados como él, compartían lamento y esperanza en un mar de improvisadas jaimas. Ellos buscaban futuro. Él buscaba a Sahar.

Registró cada tienda; preguntó en cada rincón; describió más de mil veces su tez morena y su mirada aceituna mientras le perforaba el alma el malvivir de los iguales. Fue un tunecino, voluntario de ACNUR, el que recordó a la joven y a su familia a los que había conducido, como a otros antes, hacia el Este, a la promesa de un lugar en el mundo más allá del mar.

Era jueves, de Pasión, cuando Khaled embarcó. 20 horas de viacrucis, de humedad y frio, que se apagaron cuando se encendieron, en el horizonte de la noche, las primeras luces de Italia.
Quedaban unas millas, sólo minutos, para volverla a ver.
El agua se llevó entonces el tiempo y el espacio le devolvió a las cuevas de Nalut. En una de ellas, desnuda, sobre el pañuelo de colores con el que ataba su pelo, Sahar lo esperaba. Khaled naufragó... en su calor; se hundió, a oleadas... hasta el fondo de su vientre; inundó su pecho... con el cálido líquido de sus labios rojos; ahogó su cuerpo... en el abrazo mojado de sus entrañas; se perdió... en la profundidad.

Sahar caminó en ese preciso instante hasta el borde del mar. Miró el horizonte de la noche mientras la luna de Lampedusa se colaba en sus lágrimas y en la mirada verde que Khaled no volvería a mirar. No habría resurrección para ellos. Ni más domingos, como el de la primera vez.

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18 de abril de 2011

Años de...

Un año de esto, un año de aquello…
Otro más y cada uno es una aguja que perfora profundo,
tan hondo que asesina el recuerdo.
El último: The Clásico en el lugar más inesperado:
otro empate.
Se caen solas.
Faltan dos,
dos punzadas, dos meses:
junio y el calor, el bullicio, el aceite, el amor, el mar;
agosto y el mar, el calor, el amor, el bullicio… el adiós.
Después, no quedará memoria,
habrá muerto desangrada, a pinchazos.
Dejarán de caer solas.
Después, al fín...
...no habrá más años de.

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14 de abril de 2011

Sueños XXXIX: Los Rolling en el recuerdo de lo que no ocurrió

El concierto se celebra en una pequeña calle entre Preciados y El Carmen.
¡Los Rolling vuelven a Madrid!
Preparado, sobre unos tablones de madera, un pequeño escenario de 5 por 2 metros. Loto está acreditada y espera, desde el alba, tras la valla amarilla que la policía ha instalado para la prensa. Lleva chaleco anti-balas, como su amor: un policía antidisturbios que aguarda, junto a ella, la llegada de público y protagonistas.

Pero nadie llega al centro.

Loto y su chico amenizan la espera recordando otro día de primavera. Un día, en un vasto lago del Valle libanés de la Bekaa, que la pareja visitaba con los niños. Sentados en la orilla, les entretenía la observación de cuatro melenudos en pañales que compartían una pastilla de jabón de aceite y sosa con el agua a la altura de la rodilla. No había nadie más en aquel lugar. Nadie más que Loto, su amor, la prole y los cuatro del aseo. ¡Qué sorpresa cuando descubrieron que se trataba de Richards, Watts, Wood y Jagger que, igual de asombrado, les comentó al salir del agua: “Oh, it´s so many children for a so young couple!”. Sonriendo con la evocación, y de vuelta a la realidad, la periodista y el antidisturbios siguen esperando que arranque el concierto.

Pero sigue sin llegar nadie al centro.
No hay público.
No suena la música.

Aguardando despierta Loto. Y, al despertar, el lago libanés, el concierto de los Rolling, su amor y los niños se han convertido en un recuerdo fresco en la memoria de lo que nunca sucedió.

12 de abril de 2011

Asquerosa ley afgana; talibana ley francesa

Un rubio gigante con mostacho estilo Asterix y falda escocesa; una jovencísima “madre del Cordero” con habito talar a la que, ni de milagro, se le descubren las orejas; con todas las curvas a la vista, perfectas, una exuberante y enjoyada morena; un rabino de tirabuzones, con vestido negro y sombrero andaluz… Embelesa, enriquece, y es lo poco de bueno que ofrece tener el culo reposando, a media jornada, en una aeroportería: el voyeurismo de la riqueza de la Aldea Global.
Un patrimonio que, desde ayer, ha perdido enteros en el país de la “liberté”. Prohibidos en Francia, como en algunos flexibles consistorios de nuestro país, el uso del burka y el niqab… ¿por razones de seguridad? ¿por salvaguardar la integridad de la mujer musulmana? No son creíbles los argumentos de los “tolerantes” que no permiten elegir; que no se llamen feministas quienes se arrogan la potestad de decidir por una mujer, que es precisamente lo que hace el condenable dictado machista de la religión; que no se declaren respetuosos, transigentes, abiertos de mente, quienes sólo saben mirar con una mirada y desde una óptica: la occidental. Tan asquerosa es la obligación afgana, como talibana es la prohibición francesa. ¿Qué argumentos tendrán los "tolerantes abolicionistas" para oponerse, si llega el día, a un Gobierno de la Legión de Cristo que decida prohibir la falda por encima de la rodilla o el escote a la altura de la falda?
No hay mejor mirador humano -es lo poco bueno que tiene- que una aeroportería. Que no nos quiten el placer de contemplar faldas largas, cortas, túnicas floreadas, pareos, alzacuellos, togas, mandiles de paño andino, pañuelos negros, taparrabos… e incluso -¿por qué no?- la piel cubierta por unas gotitas de Chanel .

4 de abril de 2011

Sueño XXXVIII: Todo jodido. Nada preocupante

RELUCIENTE... el coche vuelve a ser de color negro ¡y brilla! Quince días de taller borraron los arañazos, las abolladuras. Ya no cuelga la matrícula delantera y el retrovisor de la derecha vuelve a mostrarle lo que viene por detrás.
SUTIL… aparca con mimo y delicadeza en la planta menos dos del lugar en el que se está cociendo todo, en el momento en el que todo se cuece. Quizás no sea oportuna, pero necesita sus papeles. Tiene que hablar con "el de las cuentas".
NERVIOSA… abre la puerta para salir, cuando un desconocido, alguien a quien nunca vio por allí, se sube alterado al todoterreno aparcado a su lado. Viene de cocerse, cocido. Y arranca brutal, sin miramientos, llevándose por delante el parachoques del recién reestrenado coche… que, todavía negro, ahora sufre una oscura mutilación de pronóstico grave.
ASQUEROSO... el irritado e irritante conductor, un machote de los que piensan que el vehiculo es una prolongación de su pene, baja del toro mutilador para exigirle los papeles del seguro a Loto ¡El muy capullo pretende responsabilizarla del golpe!
DOLIDA… despierta. Y, tras la ingesta de un Lexatín para calmar impotencia y frustración, reflexiona: cuando todo estaba jodido, no había de qué preocuparse. Mejor que todo esté jodido. Así, no importa si se jode un poco más.

3 de abril de 2011

Caen, otra vez, ellas solas

Con el olor dulce en la noche de 24 grados. El aroma de otra noche en el laberinto al que hoy no podría volver.
Con su nudo en la garganta por el final de una etapa que otros cerraron anudando también su garganta.
Con el recuerdo en la mañana de otra última mañana y del sabor de la piel debajo de su piel. Un sabor que no volverá. Como no volverá su olor, ni el arorma de los 24 grados en el laberinto al que hoy no podría regresar.
Han vuelto a caer... por última vez... ellas solas.