15 de mayo de 2013

Sueño LIV: Inconfesable absurdo confeso

Una mirada y el milagro se produjo. Recuerdo sus gafas de montura metalizada, su sonrisa mofletuda y la túnica blanca que dejaba adivinar un estómago satisfecho. Una mirada y Francisco y yo nos habíamos convertido en las mitades de una naranja. Sin pasado, sin contacto, sin sexo... sólo el sentimiento profundo de pertenencia y la complicidad de siglos que nunca existieron.
Ambos sabíamos que no iba a ser sencillo, que determinados tabúes pesan demasiado como para aventurar futuro. Pero Francisco, valiente frente a mis miedos, me convenció de que podía romperlos.
Hasta que la insaciable voracidad del voyeurismo y cotilleo nacional... se cargó nuestra historia sin pretérito. Alguien se enteró de lo nuestro y la noche en la que yo regresaba a casa tras el último encuentro -sin pasado ni contacto ni sexo- una melé de cámaras, grabadoras, flashes y micrófonos arrinconó mis afectos. El amor se evaporó cuando mi televisor reprodujo, en Sálvame DeLuxe (como quiera que se escriba) la imagen de mi misma negando como negó Pedro.
"Francisco: perdóname -le dije al teléfono- pero no puedo"
 La crítica feroz, gratuita, envidiosa y malvada de aquellos personajillos, que no entendían que él me hubiera elegido ¡y mi cobarde incapacidad para soportarlo! pusieron fin al affaire sin pasado -ni contacto, ni sexo- que anoche tuve con el Papa Francisco.
(menos mal)
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17 de abril de 2013

Benedetti 3.1

Le dije que podía contar conmigo al uso del uruguayo: no hasta dos ni hasta tres, sino contar conmigo.
Y contó, conmigo.
Pero cuando llegó el momento de hacer la suma, eligió dividir.
Y dividió.
Pero no entre dos o entre tres.
Ni conmigo.
Dividió para uno, sin mí.
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