16 de junio de 2011

Indignada con la ¿indignación? de los anti-indignados

¿Existe alguien que no tenga algún motivo para indignarse?
La indignación es sólo una actitud, tan humana y sana como progresista, entendido el progresismo no como doctrina política sino como motor de futuro.
El indignado no pertenece a ningún grupo. Violento o pacífico, de izquierdas o de derechas, perroflauta o pijo, indignado es aquel que siente pisoteada, maltrecha y malherida su dignidad.

Y machaca que los principales partidos rechacen con sus votos, algo aparentemente tan lógico, como saldar la deuda hipotecaria entregando las llaves de casa. Ni hablar de la demandada reforma electoral que sí propone, oportunista y manipuladora, la Presidenta de Madrid. Magulla que los empresarios pidan que se desvincule IPC de los salarios y que el Banco de España reclame que se vuelva a recortar el pan de los funcionarios, mientras un President de trajes a 3000 euros toma posesión. Grecia se ahoga y la deuda española se convierte en basura, o sea: menos puestos de trabajo. Pisotea que para quienes nos representan lo importante sean los pactos, algunos anti-natura, para hacerse con el poder en las Instituciones o para no perderlo, por ejemplo, en un caduco Tribunal Constitucional.

¿Acaso existe alguien que no tenga algo por lo que indignarse?

No. Y, en esas circunstancias, duele especialmente la indignación, tan mentirosa como interesada y criminalizadora, que se respira en la respuesta mediática a la indignante actitud de algunos -¡ALGUNOS!- indignados ayer en el Parlament; como han aprovechado el error, obviamente condenable, para lanzarse a la yugular del movimiento 15-M con titulares como “Ataque a la democracia”, “Democracia secuestrada” o -entrecomillando a la clase política- “Los indignados cruzan la línea roja”.

Pero es que la línea roja nos cruzó a nosotros hace tiempo; la política secuestró el debate al atacar el interés general en beneficio del de la Economía con mayúsculas, la única que merece ser rescatada a costa de la asfixia de los minúsculos. No se entiende que se escandalicen por el hartazgo de quienes están en su justo derecho a hartarse, mientras quiénes deberían calmar la hartura siguen sin entender nada.

Dicen que son el pueblo porque el pueblo les ha elegido. Tan cierto como que la Democracia sigue siendo el mejor sistema y como que ese sistema tiene un mecanismo de control: la protesta. “Esta crisis no nace de la responsabilidad de los políticos –decía esta mañana Felipe González- sino de la implosión de un sistema financiero global sin control”. Y ¿quién debería haber controlado? Si no lo ha hecho la política ¿es legítimo que controlen los ciudadanos? Es lo que están tratando de hacer, llámense como se llamen: 15-M, perroperroflautas o Democracia Real Ya.

La indignación es sólo una actitud y es sana.
Loto se siente esta mañana indignada con la indignación mediática en general y con la de algún supuesto gurú de las redes en particular!

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15 de junio de 2011

Sueño XLI: Entierro por dos

Semanas de desmemoria onírica y cuando reaparece el sueño… ¡vuelve la pesadilla!

Envuelta en lino blanco, delicado, con delicadeza y con mimo esta noche ha vuelto a enterrar a su madre. Envuelto en tela de saco amarillento, sonó un crash al enterrar al abuelo de su padre; se desintegró la osamenta del cascado bisabuelo al que, sin haber saludado nunca, dijo adios por primera vez. Mucho color negro en el escenario selvático plagado de caras conocidas –algunas queridas, la mayoría no- a las que no quería ver. Se ha ido para no tener que verlas; ha huido a la cima de una montaña, una cumbre sobre las nubes, con una casita de muñecas de plástico rosa para las niñas.

Semanas de amnesia y no ha podido escapar del mal sueño ni siquiera en la vigilia. Las primeras luces del día le han devuelto la pesadilla cuando se ha topado con una de esas caras conocidas que no quería ver: la mujer del hermano del marido de la hermana de su madre...¡en la puerta del cole!
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8 de junio de 2011

Cinco emociones, cinco segundos

Del amor a la ira y de la ira a la tristeza, a veces infinita, en un momento. Cómo es posible que suceda tan rápido es algo que ni Freud podría explicar con su teoría del Ello y la fuente de las emociones. Pero es real, ocurre. Somos felices y, en segundos, tememos y, entonces, sufrimos. Como sucede que amamos y dejamos de amar en un instante, por un instante que transforma lo amado en desconocido. Como pasa que el amor al que dejó de amar se convierte en odio en un relámpago.

Y sucede siempre en la misma dirección: amor-alegría-miedo-ira-tristeza ¿Por qué cuesta tanto, tanto tiempo, pasar de la última a la primera, de la pena al amor,  transformar igual de rápido el odio en alegría? Quizás sea porque, en el camino inverso, falta el miedo… el temor que lo precipita todo en la dirección más dolorosa. Pero ¿cómo no tener miedo cuando ha dolido tanto amar y pasar de la alegría al odio y del odio al dolor en cinco segundos?

Freeeeuuddddd… ¡explícame por qué ya no sueño!

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1 de junio de 2011

Justificante

Es blanco sobre blanco… el silencio.
Y sin embargo ¡hay tanto ruido!
Quisiera que fuera azul, amaría el verde, le valdría un rosa…
…pero es gris porque gris es el trueno.
Y atruenan hasta ensordecer las incertidumbres que encogen, anudan e inmovilizan vísceras.
Y la parálisis no deja pintar azul ni rosa ni verde. Ni siquiera en blanco.
Es gris oscuro casi negro sobre negro… el silencio.

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