21 de diciembre de 2009

Madrid, adorable y mágica ciudad

Loto, adormidera de las cálidas aguas del Nilo, ha descubierto esta mañana la nieve. Pensaba que era blanca, limpia y fría. Y fría es. Lo de blanca y limpia….
Qué mágica y adorable ciudad esta que es capaz de convertir la pureza nívea de la precipitación en una masa de textura similar a los grumos del fondo del cazo de la bechamel aunque de un color gris casi negro cuál cieno maloliente de donde muere el Manzanares, si es que aún sigue vivo. Qué maravilla de ciudad esta que, de un día para otro, convierte a sus habitantes, rutinarios urbanitas descreídos (hoy un poco menos) del cambio climático, en aturdidos garrulos de chiruca de tacón y zamarra de plástico, potenciales clientes traumatológicos. Cuánta grandeza la de esta ciudad que, ante la deliciosa eventualidad meteorológica, se transforma en monstruo justiciero que respeta al que no tiene y maldice al que tiene más. Qué gustazo esta mañana ver tanto Mercedes de tracción trasera derrapando en la cuesta de la calle O´Donell y a tanto trajeado empujando, con los grumos grises casi negros a la altura del tobillo, el inmaculado BMW.
Fascinada está la adormidera del agua con la nieve. No podía haberla descubierto en mejor lugar que en Madrid, esta adorable y mágica ciudad.

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