12 de febrero de 2010

Sueño XXIII: Cara de culo

Era de día la pasada noche pero, ni con la luz del sol, Loto era capaz de advertir el cambio. Lo tenía delante de las narices pero no podía, o no quería, ver que las cosas no eran como antes. Hasta que él la animó: “¿es que no te das cuenta?” Entonces Loto lo vio y lo comprendió: su cara era como el culo de un bebé y, esta vez, no había sido un error.

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