24 de febrero de 2010
Sueño XXIV: Tormento chino
Loto y Mikiki viajan al gigante rojo. A un lugar de la costa china azotado por gravísimas tormentas. Se hospedan en un pequeño hotel a escasos diez metros del mar, un edificio de dos plantas, de madera podrida y pintura blanca desconchada por el continuo azote de las olas. No hay habitaciones sino nichos. Loto tiene miedo. No quiere dormir por si la furia del agua se lleva a su retoño que está encajonado en el nicho superior al suyo. Pero, entre las nubes grises, vuelve a asomar el sol. Loto va a visitar las mastodónticas instalaciones olímpicas que se encuentran en una especie de isla en medio del mar. Tres chavales rubios, posiblemente norteamericanos, juegan al basket en una cancha estilo Bronx. Ya no está Mikiki. Aparecen el buzo y una guapa rubia, posiblemente una hermana desconocida de Loto. Los tres se apuntan a tirar canastas. Loto juega contra el buzo, pero es incapaz de encestar ni una. Loto besa en los labios a la rubia. Escándalo chino. Loto tiene un ataque de risa pero el buzo piensa que llora. Ella no le saca de su error. Una carcajada le devuelve a la vigilia.
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