12 de septiembre de 2011

Sueño XLIII: La película de anoche tuvo la culpa

Con el placentero abotargamiento de una cena en un exótico restaurante de las afueras de la ciudad y el cansancio de varias carreras en una piscina-rosquilla, Loto y Mikiki quieren regresar a su alojamiento en la medina. Toman el único taxi que se acerca hasta el lugar después de que dos ejecutivos de traje diplomático y maletín negro les cedan el coche que llega con copiloto de aspecto poco fiable.
Suben. Antes de llegar a destino, el taxista pide 28 euros por un trayecto de 3. La adormidera protesta. Interviene, agresivo, el amigo. Mal rollo en el paraiso del bienestar. ¡Y no sólo quiere dinero la pareja!
Loto agarra a Mikiki. Salen a la carrera. Escapan corriendo de la mano por las callejuelas y azoteas de la medina hasta que algo les separa. Ella grita el nombre del niño. No lo ve. Al escuchar el grito, el niño piensa que su mamá, en peligro, ha tomado la única escapatoria posible desde el último ático: el vacio. Y en ese convencimiento, para estar con ella, el pequeño salta también. Y ella, desde arriba, lo ve saltar. Y trata de gritar su nombre para que no lo haga cuándo el niño ya ha empezado a caer. Y la voz no sale. Y lo vuelve a intentar. Pero sigue sin salir la voz… hasta que la angustia le saca del mal sueño y le regala la evidencia:
¡Qué jodido es querer tanto… pero cuánto más jodido es saberse tan necesario y querido!
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5 comentarios:

  1. qué bonito es querer tanto ... diría yo.
    besitos artista

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  2. lo dicho, qué bonito.

    Gerard

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  3. Lo es Rebeca... Tanto como jodida es la responsabilidad de saberse tan necesario.
    Tanto tanto... que he decidido empezar a cuidarme... al menos hasta que cumpla 18!
    Gracias Gerard!!!

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  4. ...qué bonito escribes, haces que una pesadilla sea un bonito sueño...
    ...besazos!!...

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