Estos días Loto recuerda uno de los grandes consejos de su mamá. Siempre era el mismo por estas fechas, porque por estas fechas, inevitablemente, a la Loto en capullo siempre se le ponían las amigdalas como bolas de ping-pong. Visita anual al practicante, preparada la penicilina, culito al aire y ahí estaba ella para decir: "sopla, sopla".
Loto ha vuelto a soplar estos días para evitar las lágrimas de la punzante aguja de la Navidad. Y funciona. Ya pasó.
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