29 de noviembre de 2011

Sueño XLVI: Dulzura de Western

Invitada por su maestro, Loto adolescente acude a una fiesta de temática Western. Se celebra en una vasta finca boscosa de no sabe qué sierra.
Cariñoso como siempre, aunque hipócrita como nunca, saluda el maestro. Más cariñoso –y sincero- se presenta el homenajeado: el más que maduro hermano mayor.
Se divierten por grupos. Junto al padre, Loto disfruta del vuelo de coches planos de madera que giran unidos por el cielo en sorprendente acrobacia; se sorprende con la tormenta; se empapa en la cascada purificadora que cae cuando se derrumba el techo de la carpa a rayas que hace las veces de cine. Se sacia con la intrigante comida que se ofrece en una aún más intrigante cantina.
Entonces escapa… con el maduro hermano mayor.
En el establo suben a una tabla recta que cuelga, sujeta con dos maromas, del techo. Como a la grupa de un caballo, con las piernas colgando, se sientan uno frente al otro y se balancean… como en un columpio. Y, en cada balanceo,  rejuvenecen las facciones de su compañero. Y, a cada oscilación, crece y se oscurece su pelo… antes corto y cano, ahora largo y negro. Y, con el movimiento, se abre la camisa a cuadros de Loto que deja asomar la turgencia. Y, en cada vaivén, él aprovecha para acariciarla… despacio…  con el miedo de la adolescencia... y...

..y el jodido despertador sonó hoy más pronto que nunca!
____________

4 comentarios:

  1. Y, cuando no son los niños es el puto despertador, todo con tal de no dejarnos soñar.

    Gerard

    ResponderEliminar
  2. Y cuando no son los niños es el puto despertador, todo con tal de no dejarnos soñar.

    Gerard

    ResponderEliminar
  3. ...con lo reales q son algunos sueños!!
    Gracias por el piropo de arriba, aunque el post no sea mío. Es un préstamo del blog para "el sueño de otro"
    :)

    ResponderEliminar
  4. Leal admirador de una mujer pirata de insólitos sueños31 de julio de 2012, 23:34

    Lo que el hermano mayor susurraba al oído de Loto segundos antes de desvanecerse al ritmo de aquel inoportuno son digital …

    "… mi querida mujer adoradora y fanática de la sensualidad de los trapecios, en la grupa de ese deseo volador subiría arrastrándome henchido de celo y de anhelos … cabalgarlo sería la sublime sensación de llegar a flotar inmóviles en el aire como libélulas en celo… no hay despertador que aplaque mis ansias de compartir el vuelo contigo …"

    El sonrojo de tu piel es la sonrisa de mis vivarachos ojos que disfrutan de tu pudor ...

    ResponderEliminar