Aunque siempre me produjo miedo acercarme porque bastaba mirarla para escuchar el aullido imaginario de la caricia de una uña... nunca dejé de intentarlo.
Me asqueaba el polvillo blanco que dejaba entre mis dedos, en el pelo, en la ropa. Aún así, hice, deshice y rehice, en el tablero verde, buscando el resultado que quisieron hacerme creer que tenía.
Armada con el Destructor paño gris en la mano izquierda y la Creadora tiza en la derecha, borré y escribí, una y otra vez, en la pizarra:
1
+ 1
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Pero... por más que me empeñé, por mucho que traté de convencerme de que tenía que ser como decían... la solución siempre fue la misma:
1
+ 1
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3
No volveré a escuchar el desquiciante chirrido en mis nervios, ni volveré a engorronar de limadura lechosa mis ganas. No haré de nuevo el sacrificio de la suma imposible. Volví a hacer borrón... pero ya no habrá más cuentas. Al menos, no como esa.
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