Ella es joven pero en su currículum -a pesar de lo que dicen- no asoma el concepto renovación. Quienes la conocen la adornan con una incansable capacidad de trabajo y una férrea determinación. Y aunque el desconocimiento no debería cuestionar esos aderezos, la mirada profana –que no deja de ser mirada ciudadana- sólo descubre en ella blandiblú, plastilina moldeable. Podría liderar -¿por qué no?- pero sería la lideresa de plástico que mide hasta el milímetro sus “dejarse ver”, sus poses, sus palabras y su voz… un timbre delator que la traiciona con unas largas eses y unos insoportables gallos desertores cuando se atreve a dejar de medir. Y cuando las ganas salen de la garganta y no de las tripas o el corazón… poca o nula credibilidad tienen.
No sirve.
El tiene unos cuantos años pero es tan joven como ella, quizás más. Zorro (en el sentido jurídico del término según sentencia de Juan del Olmo) e inigualable predicador, no tiene nada de manipulable y todo de manipulador… lo que, como a ella, lo convierte en huérfano de las vísceras que lo harían digno de fe. Afirmación que reafirma el argumento, tan manido como cierto, de que ya tuvo -y desperdició- la oportunidad de hacer y de vender esperanza a cambio de ilusión.
No sirve.
Y no sirven los mirlos blancos ni los tapados que no se quieren desnudar ni ¡muchísimo menos los que están! ¡¡¡Qué horror!!! Ojalá hubiéramos tenido la posibilidad de comprobar si habrían servido los que quedaron en el camino.
Entonces…. ¿quién?
¡Qué el futuro nos pille confesados y con el déficit casero a raya!
____________
____________
Yo en esta fábula prefiero al viejo zorro listo, que sabrá guardar el rebaño y dar paso a la persona que nos devuelva la esperanza. Creo que sólo aspirar a tutelar el camino. La otra aspira a todo, y la ciudadanía, que no es tonta, lo sabe.
ResponderEliminarUn placer leerte
Gerard
Me too... Gerard!
ResponderEliminarPues ea... qué gane el mejor...
ResponderEliminar...si es que el mejor... existe!