Pica, arde y se rasca; entonces pica mucho más. Rasca de nuevo y, después, lo espera... y ¡reaparece! y le obliga a rascarse más fuerte, hasta arañarse la piel. Pero sigue ardiendo, sigue picando y... nada cambia. Tanta ansiedad, tanta fricción, tantas ganas de arrancárselo y... al final, todo vuelve a ser igual que cuando empezó a quemar, igual que cuando empezó a doler. ¡Maldito prurito fagocitador de sueños y devorador de la moral!
...probaste a echarte un sigarrito de la risa???...
ResponderEliminar...eres grande!!...y escribes de puta madre!!...
Por que pierdes el tiempo en montar un Blog que solo demuestra tu ignorancia
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