Desde su aeroportería, Loto sueña despierta, imagina mil historias y siente quinientas envidias. Cuentos sobre el amor que se regalan los que se dirigen a facturación con las maletas viajando detrás... o delante. Lamentos del desamor de quienes, tras el viaje, regresan separados por el carrito del equipaje. Anhelos de lo que se ofrecen quienes se reencuentran en Llegadas. Envidias de los bienvenidos por el desconocido del cartel pintado a boli; deseos de lo que están a punto de descubrir quienes por primera vez sienten los olores de un lugar nuevo y extraño.
Hoy, en su aeroporteria, Loto se ha fijado en el periódico del que echaba su último pitillo antes del viaje. Una virgen: la “Annunciata” de Antonello de Messina y este titular “Ayer mataba gente, hoy vigilo museos”. Después de una lectura cotilla en el último reducto de los enganchados por desenganchar: la puta calle, Loto ha soñado despierta con dejar su aeroportería y convertirse en sicaria de la Cosa Nostra siciliana en proceso de reinserción.
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