Negra… cuando sale de casa y El de la Ceja Gruesa pide que se deje el coche aparcado para que Su Ciudad luzca sin mierda.
Negra… cuando escucha a Rufino Etxebanosequé, en la radio del coche que guarrea la Ciudad del Otro, una milonga más hiriente, más dañina: que las víctimas de ETA lo son de la violencia política.
Negra…cuando constata en la prensa que las revoluciones ya sólo valen una columnita...
...y que El de la Ceja Alta se porta con quien se porte con él: “¡que se endeude Cataluña!”.
Ella no puede. No tiene crédito. No tiene credibilidad.
Negra porque, sin crédito ni credibilidad, no hay dinero para aportaciones voluntarias a colegios con financiación pública que, cuando no pagas, te llaman “insolidaria”
Negra -aargggg- como la tapa del tuper negro –llamarlo boina es demasiado romántico- que pesa, asfixiantemente negra, sobre Madrid.
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